En la búsqueda de responsables a una crisis económica desatada contra
el pueblo venezolano por los intereses imperialistas y ultraderechistas
nacionales e internacionales se difunde intensivamente en todos los
ámbitos la interesada especie opositora que señala al Gobierno Nacional
como “el causante de la misma”.
La mas descomunal inversión de recursos y esfuerzos jamás conocida en
la historia de los medios de comunicación se lleva a cabo para colocar
como culpable del padecimiento del pueblo precisamente a quien ha
generado de manera consistente, y con la tenacidad con la que ningún
Gobierno lo haya hecho nunca, una elevación sustancial en la calidad de
vida de los venezolanos.
Una nueva y muy poderosa herramienta, surgida del constante
evolucionar del conocimiento humano, ha sido factor mas que determinante
en esa inusual realidad, creada y modificada de manera permanente por
los medios de comunicación.
Ni la televisión, ni la radio ni la prensa escrita son medios
neutrales, que informan el acontecer noticioso de manera objetiva y
descontaminada. No pueden serlo. Los medios son empresas privadas cuyo
comportamiento responde a los intereses de sus accionistas y no al del
periodismo objetivo y veraz, fundado en auténticos principios éticos o
de correcto ejercicio profesional.
El modelo capitalista y su lógica del libre mercado han logrado
posicionar en la sociedad que el medio de comunicación, así concebido,
sería una suerte de aliado indispensable para la vida plena de la
población, cuando en realidad es todo lo contrario.
El medio de comunicación no existe sino para darle asiento a un
modelo atrofiado que jamás supo (ni estuvo interesado) en responder a
las verdaderas necesidades de la población. A través del tiempo, el
medio impuso criterios y formas de pensar y de comprender el universo
que estaban siempre asociadas a esos intereses corporativos de quienes
secuestraron ese gran avance del ser humano para convertirlo en base de
sustentación del modelo neoliberal capitalista.
Según su propia y muy particular lógica, la verdad no es un derecho
humano universal, como los establecen la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y todos los demás tratados y leyes internacionales
relativos a la libertad de pensamiento sino un producto propiedad de los
medios de comunicación, que debe ser ejercido, regulado y controlado
por los dueños de los medios sin interferencia de ninguna instancia de
la sociedad.
Por eso en el enjundioso libro del investigador comunicacional
Fernando Casado, Confesiones de las agresiones mediáticas contra
Venezuela, presentado esta semana en el país en el contexto del Congreso
de la Patria/Capítulo Comunicación, surge como dato revelador de esa
innegable verdad del medio como instrumento al servicio del interés del
capitalismo el hecho de la indisposición o negativa de los grandes
medios de comunicación estadounidenses a responder las preguntas que el
autor les hace a sus periodistas para establecer la pretendida
credibilidad de sus fuentes en la guerra que esos medios han desatado
contra Venezuela y su Gobierno constitucional.
Dice el Dr. Casado en el texto: “Se intentó contactar con periodistas
de los principales diarios de EEUU (The Washington Post, The Wall
Street Journal y The New York Times), así como con la agencia de
noticias Associated Press (AP), pero ninguno contestó las decenas de
correos electrónicos y peticiones que se les realizaron por distintas
vías. Los periodistas, editorialistas, y creadores de opinión
estadounidenses siempre se negaron a comentar los artículos por ellos
publicados”.
Sin embargo, mas de 100 exhaustivos testimonios de periodistas de
medios de habla hispana, latinoamericanos y europeos en ese libro, como:
El Tiempo de Colombia, El espectador de Colombia, Clarín de Argentina,
La Nación de Argentina, El Mercurio de Chile, El Comercio de Ecuador,
ABC Color de Paraguay, El Universal de México, El País de España, El
Mundo de España, y ABC de España, así como del diario Le Fígaro de
Francia, dan cuenta de la perfecta simetría de la orientación
contrarrevolucionaria de las corporaciones mediáticas privadas hoy en el
mundo.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro lo tiene totalmente claro,
tal como él mismo lo expresara la semana pasada en el Teatro Teresa
Carreño frente a los miles de comunicadores populares, periodistas y
trabajadores de los medios que participaron durante semanas en los
encuentros nacionales de comunicación realizados en el país.
“Yo creo que estamos en el mejor momento de la batalla comunicacional
(…) guiados por conceptos elaborados en colectivo, a partir de
asambleas. El Congreso de la Patria asume las riendas colectivas de la
batalla por la verdad de Venezuela”, decía el Primer Mandatario en el
evento, estableciendo la naturaleza singularísima y profundamente
revolucionaria de un fenómeno único en el mundo en el cual la sociedad
entera, por medio de sus legítimos voceros comunicacionales, debate el
tema de la libertad de expresión y de la democratización de los medios
como eje central de la batalla por la justicia y la igualdad social que
propone el socialismo bolivariano, así como las fórmulas de la nueva
simbología, la nueva semántica, la nueva forma de hacer comunicación
para los pueblos que debe surgir de esa avanzada concepción de sociedad
que se funda en el espíritu y el ideario del comandante Hugo Chávez”.
A través de cinco líneas maestras establecidas como orientación por
el Jefe del Estado, la Revolución asume a partir de este momento la
responsabilidad de impulsar desde Venezuela y hacia el mundo los nuevos
mecanismos de desmontaje de la mentira contra nuestro país, apoyándose
en el uso extenso e intensivo de las nuevas tecnologías de la
comunicación que permitan hacer ver de manera inobjetable la verdad del
pueblo venezolano.
“Cuando decimos defender la verdad –sostiene- decimos defender la
verdad integral; todo lo que hemos avanzado en educación, en cultura, en
infraestructura, en vivienda, en alimentación, en deporte, en derecho a
la recreación y a la vida, en salud pública, en dignidad, en
independencia, en democracia participativa y protagónica”.
Ernesto Villegas, coordinador del Congreso de la Patria/Capítulo
Comunicación, lo expresó con vehemencia y sentido orgullo: “Es la
primera vez que de esa manera, en forma nacional, sin que medie un
carnet, porque aquí hay periodistas con carnet del Colegio Nacional de
Periodistas y periodistas que no tienen ningún carnet, comunicadores
populares, hombres y mujeres de la comunicación, reunidos todos y todas
como uno solo, primera vez que se da una reunión de este tipo”.
Dirigiéndose al Presidente de todos los venezolanos, Villegas
reafirmó el carácter redentor de esa propuesta chavista que la derecha
pretende desfigurar a través de su artera e inmisericorde guerra contra
el pueblo venezolano. “Me atrevo a recoger –decía- el espíritu de las
Asambleas que se han realizado en todo el país, para decirle que estos
comunicadores y comunicadoras están a la orden de la política de diálogo
que usted ha puesto sobre la mesa, sobre la agenda nacional. El diálogo
es consustancial a la comunicación, no es concebible una comunicación
al servicio de la guerra, de la destrucción entre unos y otros. Nosotros
reivindicamos el valor de la palabra. Que se suelte la palabra de todo
nuestro pueblo en todos los espacios”.
Es evidente que lo que las corporaciones mediáticas persiguen
destruir en la mente de los pueblos no es solo el modelo económico
socialista que impulsa la Revolución Bolivariana, que a medida que
avanza en la conciencia de la gente deja al desnudo las injusticias y la
inhumana perversidad del capitalismo, sino la fuerza vitalizadora y
edificante que comprende una idea tan sublime y maravillosa como la de
una comunicación al servicio de la verdad verdadera y no la verdad del
vil dinero.
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